Calarcá – Quindío
18 y 19 de mayo de 2008
Muy temprano, el domingo 18 de mayo, Guillermo Castaño, ambientalista de racamandaca, nos esperaba en la plaza de mercado de Calarcá-Quindío; nos había invitado a su territorio Kakataima, y nos empacó en 14 jeeps Willis, que se encaminaron a la Vereda Travesías; repletos de gente, treparon a través de la Cordillera Centro Occidental por vías destapadas, estrechas, en mal estado, por las que a diario transitan campesinos e indígenas acarreando los productos agrícolas que alimentan a los citadinos.
En el camino se observaban cientos de hectáreas de monocultivo de café -de ese que sustituyó el café de sombrío y sembró el hambre de los campesinos-, relictos de bosque natural, y monocultivos de plátano, un aviso que advertía de cientos de hectáreas sembradas de plátano dominico hartón,, paisaje que se rompe cuando se llega a las áreas que los campesinos han recuperado con sus luchas por la reforma agraria. Luego entenderíamos el significado de esto. Las conversaciones iban y venían entre los ocupantes de los carros, pero una historia tan interesante como desgarradora escuchábamos de los campesinos, versaba sobre el terrateniente Arcesio Rodríguez, que a sangre y fuego expulsó de sus terruños a centenares de campesinos quindianos, apoderándose de todas las tierras de la cordillera de Kakataima; eran tan extensas su “propiedades” que no llegó a conocerlas todas. Sólo después de su muerte fue posible que el INCORA (Instituto Colombiano de Reforma Agraria, que dicho sea de paso nunca hizó ninguna reforma agraría y sólo se atrevió a distribuir fincas que compraba con recursos fiscales), distribuyera algunas de esas tierras, gracias a la presión de los campesinos y las organizaciones que se solidarizaron con su lucha.
Por fin, luego de más de una hora de recorrido, arribamos a la Casa de los Encuentros en la vereda de Travesías. Caras conocidas nos sonreían; niñas y niños mecateaban alimentos tradicionales: mazamorra, arroz con leche, dulce de cidra y jalea; los y las campesinas nos esperaban con un trago de café; todo propiciaba la fraternidad entre los ambientalistas de acá y acullá para dar lanzamiento a la “Campaña de Solidaridad por la Vida y el Respeto de los pueblos”. La apertura permitió conectar y despertar nuestros espíritus, un sacerdote, un indígena embera, y un campesino, presidieron el ritual de sacralización y agradecimiento a todas las deidades.
18 y 19 de mayo de 2008
Muy temprano, el domingo 18 de mayo, Guillermo Castaño, ambientalista de racamandaca, nos esperaba en la plaza de mercado de Calarcá-Quindío; nos había invitado a su territorio Kakataima, y nos empacó en 14 jeeps Willis, que se encaminaron a la Vereda Travesías; repletos de gente, treparon a través de la Cordillera Centro Occidental por vías destapadas, estrechas, en mal estado, por las que a diario transitan campesinos e indígenas acarreando los productos agrícolas que alimentan a los citadinos.
En el camino se observaban cientos de hectáreas de monocultivo de café -de ese que sustituyó el café de sombrío y sembró el hambre de los campesinos-, relictos de bosque natural, y monocultivos de plátano, un aviso que advertía de cientos de hectáreas sembradas de plátano dominico hartón,, paisaje que se rompe cuando se llega a las áreas que los campesinos han recuperado con sus luchas por la reforma agraria. Luego entenderíamos el significado de esto. Las conversaciones iban y venían entre los ocupantes de los carros, pero una historia tan interesante como desgarradora escuchábamos de los campesinos, versaba sobre el terrateniente Arcesio Rodríguez, que a sangre y fuego expulsó de sus terruños a centenares de campesinos quindianos, apoderándose de todas las tierras de la cordillera de Kakataima; eran tan extensas su “propiedades” que no llegó a conocerlas todas. Sólo después de su muerte fue posible que el INCORA (Instituto Colombiano de Reforma Agraria, que dicho sea de paso nunca hizó ninguna reforma agraría y sólo se atrevió a distribuir fincas que compraba con recursos fiscales), distribuyera algunas de esas tierras, gracias a la presión de los campesinos y las organizaciones que se solidarizaron con su lucha.
Por fin, luego de más de una hora de recorrido, arribamos a la Casa de los Encuentros en la vereda de Travesías. Caras conocidas nos sonreían; niñas y niños mecateaban alimentos tradicionales: mazamorra, arroz con leche, dulce de cidra y jalea; los y las campesinas nos esperaban con un trago de café; todo propiciaba la fraternidad entre los ambientalistas de acá y acullá para dar lanzamiento a la “Campaña de Solidaridad por la Vida y el Respeto de los pueblos”. La apertura permitió conectar y despertar nuestros espíritus, un sacerdote, un indígena embera, y un campesino, presidieron el ritual de sacralización y agradecimiento a todas las deidades.
A continuación, pobladores de Kakataima nos llevaron a dar un paseo por la historia de su territorio rebelde. Kakataima, pueblo noble, solidario, acogedor, sustentable como diríamos ahora, era el espacio de todos y cada uno. Cada quien daba uso a lo que la Madre Tierra le proveía, sin alterar sus márgenes de resiliencia. El concepto de propiedad de la tierra no existía. Luego llegaron los españoles e introdujeron la idea de propiedad privada, la encomienda, la mita y el reswguardo, esclavizándolos a todos, incluso a la tierra misma. Pero los habitantes de Kakataima, Pijaos de origen Caribe, se levantaron contra la opresión, encabezados por el legendario cacique mayor Calarcá. Kakataima era el refugio de hermanos de Quimbaya, Quindos, Bugas y de esclavos negros que huían de sus opresores. Y un pueblo entero permaneció resistiendo y resistió permaneciendo. Pero la nueva colonización llego, y hoy, a nombre del capital, a nombre del progreso y el desarrollo, se mercantilizan las bondades de la naturaleza: el agua, las plantas, las semillas se cambian por dinero, la vida misma vale un monocultivo para celulosa o para agrocombustibles, por una hidroeléctrica a filo de agua se cambia la vida, un megaproyecto es más importante que un pueblo. Pero Kakataima resiste, lucha, se mantiene. ´
Una historia que es nuestra memoria nos sirve como referencia para ubicarnos en el ahora, saber de dónde venimos, y hacia dónde queremos y soñamos ir. Y Guillermo, nos invitó a soñar y realizar un mundo posible con sede inicial en Kakataima, con sucursales en cada pueblo y en cada corazón. Universidades, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, instituciones religiosas y educativas, campesinos e indígenas, se comprometieron a iniciar y continuar el proceso de resistencia. Sea a través de la investigación y la denuncia, la educación, la agroecología, el rescate de los saberes y la memoria histórica, la visibilización de campesinos e indígenas, el respeto a la naturaleza, todas y todos nos comprometimos con el oficio de cuidadores del mundo, custodios del planeta Tierra.“Hasta pronto”, “Nos volveremos a ver”, “Animo compañero”, expresiones alegres y de esperanza se escuchaban entre los jeeps que se fueron colmando de defensores del mundo que emprendían camino hacia sus territorios para continuar el oficio revolucionario por la Vida y por los pueblos. El primer Consejo Comunitario para el buen vivir se instaló este día allí y acá, y se quedará germinando vibrante en nuestros propósitos de construir una sociedad justa y sustentable.
Por:SandraCuellar (sur.viviendo@gamail.com) e Hildebrando Vélez (www.iniciativaambiental.net)
21/05/2008
